¿Cuántas veces hemos oído hablar de la moda como algo frívolo y superfluo? Es difícil sostener esta idea a la luz de las evidencias, y lo cierto es que los números no mienten: esa industria, en apariencia puramente estética, es la principal fuente de empleo de la ciudad y la segunda del país.
Según información suministrada por el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial de la Nación, en 2012 la moda generó en la Capital un promedio de 54.643 puestos de trabajo formales, seguida por los rubros de alimentos y de productos químicos. A nivel nacional, las industrias del diseño aportaron 163.781 puestos de trabajo, secundando a los 364.225 del rubro de alimentos, el primer empleador industrial del país.
En su conformación, el sector se distingue como un entramado compuesto predominantemente por empresas pequeñas y medianas, en su mayoría de capitales nacionales. Son precisamente estos pequeños y medianos emprendimientos los que constituyen el motor productivo de nuestra economía, los que nos ayudan a crecer y desarrollarnos como sociedad. Otro dato llamativo es que la industria de la indumentaria concentra el mayor nivel de mano de obra del país, con 3,5% del empleo total registrado. Y no sólo esto: emplea a personas con distintos tipos de habilidades y oficios.
Por todas estas razones, desde el gobierno de la ciudad decidimos acompañar con fuerza y entusiasmo el crecimiento de los emprendedores de la moda. Los impulsamos y potenciamos sus capacidades porque estamos convencidos de que si crecen los trabajadores, sean del sector que sean, crecemos todos.
En ese sentido, estamos constantemente desarrollando herramientas para potenciar esta industria: ofrecemos capacitaciones en oficio, emprendedorismo y gestión de empresas. También contamos con espacios de trabajo colaborativo, como el Centro Metropolitano de Diseño (CMD), en Barracas, donde hay un laboratorio de materiales, un taller de costura, salas de reunión y mentoría. Y además impulsamos el diseño, por ejemplo, a través de La Ciudad de Moda, el gran evento que hacemos en alianza con BAFWeek desde hace dos años para dar a los diseñadores emergentes la posibilidad de estar en la pasarela más importante del país en la Semana de la Moda.
Podemos seguir dando estadísticas y resultados numéricos, pero los datos y los números en sí mismos no transmiten nada. Al hablar de cifras, uno no siente, no comprende lo que realmente significan las políticas públicas: dentro del ecosistema de la moda existe también un abanico de historias sorprendentes.
Como la de Sonia Silva, una mujer que hace unos dos años se anotó en la escuela de oficios en el CMD para estudiar inicialmente marroquinería, luego tapicería, y hoy no sólo aprendió estos oficios a la perfección, sino que es también docente y una emprendedora a punto de inaugurar su nuevo proyecto.
O como la de Andrea Urquizu, una diseñadora de indumentaria y apasionada del rock que hace años comenzó a gestar su proyecto AU y ahora va a representar a los nuevos talentos porteños en la pasarela de La Ciudad de Moda. Allí va a presentar su colección 27, un homenaje a los músicos que, fallecidos con apenas 27 años, dejaron una marca indeleble.
Ésas son las historias que nos inspiran y le dan sentido a todo lo que hacemos desde el gobierno. Historias de vida reales, de crecimiento personal y profesional, de aspiraciones, proyectos de vida y sueños convertidos en realidad. Historias que son la viva prueba del potencial creativo que nos caracteriza a los argentinos en el mundo entero y que, al mismo tiempo, nos embarcan en un camino de desarrollo emprendedor, de trabajo, de oficio, de valor agregado y de valor humano.
Fuente: La Nación