Frida y la moda: así será la nueva retrospectiva de Frida Kahlo que acogerá el museo Victoria & Albert de Londres



© GETTY IMAGES

Alice Newbold  “Esta es la primera vez que muchos de estos objetos salen de México", cuenta Circe Henestrosa Vogue sobre las pertenencias de Frida Kahlo, que hasta 2004 habían permanecido 50 años bajo llave. Tras la muerte de la artista en 1954, su esposo, el muralista Diego Rivera, guardó a buen recaudo sus pertenencias en una habitación de su residencia –la Casa Azul en las afueras de México D.F.–, tanto por respeto a Kahlo como ante la perspectiva casi segura de lo mucho que se extendería su legado. Los historiadores tardaron cuatro años en catalogar el hallazgo de aproximadamente 6.000 fotografías, 12.000 documentos y 300 enseres. Y ahora, muchos de estos objetos y prendas personales llegan al museo V & A para formar parte de una exposición este verano: Frida Kahlo: Making Her Self Up.
"Es la primera vez que un museo empareja directamente sus vestidos con sus pinturas, y establece la relación tan íntima que hay entre ambas cosas. Su estilo es tan esencial para el mito como su arte ", explica Henestrosa sobre la selección. Desde sus vestidos Tehuana y llamativos tocados hasta los corsés y prótesis que enmascaraban sus impedimentos físicos, todo su ser era una extensión de su obra.
La exposición comienza con una introducción a los primeros años de vida de Kahlo junto a su padre alemán y su madre mexicana, y destaca dos hitos clave que definieron su identidad desde el principio: contraer la polio a los seis años y su accidente casi fatal a los 18. Este último "marcó el comienzo de una carrera que la llevaría a ser una artista increíble, pero también del deterioro real de su cuerpo", reconoce Henestrosa.
Esta tendencia a la dualidad es el tema central de la retrospectiva, al que se alude directamente con las "dos Fridas" que parecen saludar a los asistentes al final del primer corredor. A pesar de ser alemana-mexicana, sentía que las raíces de su familia estaban en México, si bien su matrimonio la llevó a EE.UU. Emocionalmente, había un abismo entre la carismática "celebridad" que amaban las cámaras y la soledad que sentía, una interpretación artística de sí misma que se yuxtaponía a su verdadero ser. "Creo que se sintió muy dividida", señala una de las dos comisarias de la muestra, Claire Wilcox, a lo que su colega Henestrosa agrega: "Esa manera de construir su identidad a través de su origen étnico, su discapacidad, sus creencias políticas y su arte es lo que la convierte en un icono tan atractivo aún y tan en boga”.
suzy menkes
© GETTY IMAGES
Muy al principio se muestran una serie de autorretratos de su padre que resaltan la influencia directa que ejerció sobre el estilo de sus propios autorretratos. Después, la retrospectiva se abre a una sala con vitrinas y gabinetes curiosos, alojados en estructuras de madera a modo de camas. La cama de enferma de Kahlo funcionaba como refugio y escenario, ya que incluso la madre colocaba un espejo en el baldaquín para que la hija pudiera dibujar su reflejo. En lugar de caballete, el yeso de sus corsés inmovilizadores se convirtió en un lienzo en tres dimensiones. "Ella se cubría en la vida, pero se descubría en el arte", dice Henestrosa. La pierna protésica de Kahlo, con la bota bordada y el adorno de cascabel que ella misma decoró "como si fuera una segunda piel", también se exhibe entre los cosméticos y accesorios que pueblan los expositores.
La relación de Kahlo con la moda se alía con su ideología política en un momento en que el país estaba redescubriendo sus raíces precolombinas. "Cuando conoció a Diego Rivera, vestía camisas rojas comunistas, pantalones y faldas sencillas", afirma Wilcox. "La primera imagen que tenemos de ella con un vestido largo es su retrato de bodas... Creo que fue la libertad de los Estados Unidos [la pareja se casó en 1929 y vivió allí entre 1930 y 1934] la que la impulsó a poder forjarse una identidad única".
Sin embargo, su característico vestuario, tan distinto del de sus colegas, tenía sus raíces en Tehuana. Se sintió atraída por la forma en que vestían esas señoras extraordinarias de las sociedades matriarcales de Oaxaca porque, explica Wilcox, "eran mujeres orgullosas que poseían verdadera dignidad". Su esfuerzo por canalizar su herencia mexicana se ve en el desgaste de su propia ropa. En las prendas se aprecian zurcidos, quemaduras de cigarrillo y manchas junto a salpicaduras de pintura y pigmentos. Los descubrimientos de su archivo personal, tales como un collar precolombino de cuentas de jade con una pequeña capa de pintura verde, donde se ve como Kahlo intentaba adaptar meticulosamente los materiales artísticos a su collar, han atrapado por igual a historiadores tanto del arte como de la moda en la labor de descubrir el simbolismo oculto tras su proyección pública.
El crescendo de colorido y alegría que vemos en los atuendos del final de la exposición amalgama trajes de Tehuana con piezas europeas, productos de belleza estadounidenses y joyas vintage que Kahlo utilizaba para dirigir la atención ajena hacia arriba y lejos del soporte de su pierna. "Mira lo sofisticada que es su construcción", señala Wilcox sobre su armario. "En algunos aspectos, hasta el descubrimiento de sus pertenencias en 2004, no nos había sido posible desgranar y comprender los diferentes componentes".
Su identidad performativa –"insitía en arreglarse para los amigos incluso cuando estaba enferma"– se vuelve aún más poderosa si entendemos su figura como la de una mujer enérgica y liberada que tenía que manejarse en un mundo de hombres. "El éxito no le llegó en vida, pero tampoco perseguía el éxito a través de su pintura", concluye Wilcox. "Una vez dijo: 'Me pinto a mí misma porque a menudo estoy sola'. Sin embargo, era alguien importante. En vida se la consideró una criatura carismática, inusual e increíblemente fascinante"; figura que hoy todavía aspiramos a conocer.