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EL PERIODICO
La 'influencer' comercializa como "kimonos" unas prendas reductoras y el país asiático la acusa de apropiación cultural
Kim Kardashian y otras modelos con la polémica faja que ella ha patentado como kimono.
Japón se ha levantado contra unas fajas. Son las de Kim Kardashian y se pueden decir muchas cosas de ellas pero ya podemos concluir que no se parecen en nada a los kimonos. La publicación de su nueva colección en Twitter e Instagram de la estrella televisiva e 'influencer' norteamericana, de 38 años, ha desatado la tormenta en la otra orilla del Pacífico. Son unas prendas reductoras que incluyen culotes, bragas y sujetadores de color carnoso que abarcan desde la talla XXS a la 4XL y que, en palabras de la Kardashian, vienen para solucionar unos problemas no precisados de la mujer trabajadora.
Ha bautizado su colección como “kimono” sin que se intuya la razón. Las modelos exhiben unas formas rotundas que poco tienen que ver con la silueta armoniosa de las asiáticas. El kimono fue en su origen una prenda plebeya que en el siglo XVI alcanzó su máxima popularidad y hoy los japoneses reservan para fechas señaladas como graduaciones universitarias, bodas o funerales. Es costumbre que pasen de madres a hijas y reviste un simbolismo muy acentuado en una sociedad muy celosa de sus costumbres centenarias. Esa prenda holgada en forma de T, de anchas mangas y ceñida con una cinta llamada obi, es un asunto serio en Japón. Se entiende, pues, que no gustara su asociación a una colección de ropa interior apretada.
#KimOhNo “Kimono” es nuestro vestido muy especial y muy tradicional. ( Por ejemplo, nos ponemos kimono en la boda, en la ceremonia de la mayoría de la edad y ceremonia de la graduación.) Nunca jamás es ropa interior. “Kimono”, es el nombre importante para japoneses.
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This is my kimono.
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Las redes sociales han tachado a Kardashian de ignorante y carente de gusto y a sus fajas de horribles. Se han popularizado rápidamente los hashtags #KimOhNo y #culturalappropiation. Se la acusa de filibusterismo cultural sin atender al más elemental respeto. “Gracias por asesinar la cultura japonesa. Mi cultura no es tu juguete. No sientes ningún respeto por nadie que no sea de tu familia. En los 15 años que dices que has estado desarrollando este proyecto, ¿no has podido encontrar a ningún asesor cultural?”, se lamenta una usuaria de Twitter. “Como japonesa que ama nuestro vestido tradicional, considero el nombre desconcertante por la falta de parecido y completamente ofensivo a nuestra cultura, especialmente si es sólo un juego de palabras con tu nombre”, añadió otra.
A los japoneses les queda la rabieta porque los caminos legales están cerrados. Los abogados de Kardashian registraron el pasado año en Estados Unidos las marcas de 'kimono body', 'kimono intimates' y 'kimono world' para ropa, gorros, maletas e incluso látigos. Si un japonés pretendiera vender en Estados Unidos algo más parecido y respetuoso con la prenda nacional que esas fajas bajo el nombre de kimono tendría que pagar a la estrella televisiva.